Adriana Agudo Vicci |
El duelo es sinónimo del dolor causado por la pérdida de un ser querido. Sin embargo, el duelo va más allá; incluye en su descripción el dolor por una pérdida que puede tratarse de un objeto, un animal, un trabajo, del exilio, la jubilación o de cualquier cambio vital en nuestras vidas; en otras palabras, de un vínculo.
Para intentar contener el contagio por la Covid-19, se produjo un confinamiento excepcional y único en la historia. Al comienzo, este confinamiento se suponía limitado, pero se fue extendiendo en el tiempo al imponerse ciertas restricciones para salir de casa, cumplir con las rutinas o reunirse con amigos, familiares no convivientes o compañeros de trabajo.
Esa ruptura, traducida en la pérdida del control de los hábitos sociales para decidir cuándo y en qué trabajar, qué estudiar, con quién y dónde vivir, salir, disfrutar y trasladarse sin restricciones dentro y fuera del país; y sobre todo, ante la imposibilidad de ver a los seres queridos y experimentar en tantos casos su pérdida física sin que fuera posible acompañarlos, ha ocasionado un profundo impacto emocional.
No olvidemos, además, que esa limitación a la libertad se desarrolló al mismo tiempo que crecía la incertidumbre por el desconocimiento de la enfermedad en cuanto a la gravedad y variabilidad de sus síntomas, y por el exceso de información descontrolada o ambigua.
La libertad y la capacidad de decidir son factores imperturbables con los que se identifica la esencia del ser humano.
La libertad es uno de los pilares de las sociedades democráticas; pero más que cualidad de una forma política, está consustanciada con el ideal de vida que ha permanecido a lo largo de la historia de la humanidad. La libertad y la capacidad de decidir son factores imperturbables con los que se identifica la esencia del ser humano. De hecho, constituye uno de sus valores supremos.
Por esa razón, no poder controlar el ritmo de vida debido a las modificaciones impuestas, fue ―y todavía sigue siendo― una fuente de estrés, ansiedad, miedo, fobias e incertidumbre para un gran número de personas. Es lo que se denomina “duelo social” ante el que debemos unirnos y prestar apoyo en la medida de lo posible pues, como todo duelo, podemos saber cuándo comienza pero no cuándo finaliza.