Inteligencia emocional: un aliado en tiempos de confinamiento

Adriana Agudo Vicci |

Una información de mucho interés recogida en varios medios de comunicación social indicaba que, a pesar del confinamiento, muchos estudiantes lograron destacarse por sus buenos resultados académicos, lo cual fue atribuido a la inteligencia emocional que demostraron poseer.

En ese cajón de sorpresas que es la inteligencia emocional, además de habilidades como la capacidad para motivarse, el autocontrol, la empatía o la perseverancia, encontramos también la resiliencia: poder seguir hacia adelante a pesar de circunstancias inesperadas y adversas que, como en el caso del confinamiento, han obligado a los estudiantes a cambiar el campus por una habitación, abandonar la vida social y separarse de muchos de sus afectos.

Estas habilidades, y concretamente la resiliencia, son las que han permitido a esos estudiantes plantearse una meta, pero más importante aún fue haberse mantenido en el camino hasta lograrla.

Surge una destreza, poco conocida hasta el momento, que consiste en adaptarse a la incertidumbre. En efecto, esa adaptabilidad surge como consecuencia del autocontrol y la automotivación, que son algunos de los motores que nos ayudan a mantenernos a flote a pesar de las adversidades y de las difíciles circunstancias que caracterizan los tiempos actuales.

La capacidad de adaptarse a la incertidumbre surge como consecuencia del autocontrol y la automotivación.

Una vez más ha quedado en evidencia la influencia de la emoción, más que de la razón, sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje. El reto asumido por docentes y estudiantes en este año y medio de pandemia se ha traducido, en muchos casos, en un rendimiento positivo que ha sido fruto de un entorno académico motivador y eficiente para la ejecución de las tareas.

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