Apliquemos la Comunicación No Violenta

Adriana Agudo Vicci |

Conocida como comunicación compasiva o comunicación empática, la Comunicación No Violenta (CNV) sigue el programa de pasos ideados por Marshall Rosenberg.

La expresión “no violenta” se construyó sobre la base de la necesidad de respeto y de compasión de una persona hacia otra, a la hora de comunicarse. Rosenberg tomó en cuenta la referencia hecha por Gandhi sobre la compasión que el ser humano expresa cuando su corazón está libre de violencia.

Por lo general, en nuestras relaciones cotidianas no observamos signos de violencia, aunque lo cierto es que cuando nos comunicamos utilizamos palabras, gestos y conductas que pueden ser percibas como ofensivas por nuestros interlocutores al ser entendidas como recriminaciones, amenazas, opiniones u órdenes, aun cuando no tengamos esta intención.

Con esa manera de relacionarnos se hiere, se ofende y se crea el ambiente para que se produzca una distancia que puede marcar el fin de una relación. Estas actitudes abre las puertas al conflicto.

El proceso de comunicación empática crea las bases para que las personas accedan a las peticiones de otras bajo una relación de cooperación.

No siempre se dice lo que se siente o no se escuchan las peticiones del otro; en parte, esto es debido a que cada quien se esfuerza por defender su planteamiento sin considerar el del otro. Con el proceso de comunicación empática se crean las bases para que las personas accedan a las peticiones de otras bajo una relación de cooperación y no de vergüenza, culpa, compromiso o miedo. Este es un modelo que actualmente se aplica en las relaciones internacionales, en organizaciones, en terapias y en las escuelas.

Aprender sobre CNV aporta calidad a nuestras vidas pues de ella depende la calidad de nuestras relaciones. La Comunicación No Violenta nos orienta para transformar nuestras formas de expresarnos y de escuchar a los demás.

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Photo by Amy Hirschi on Unsplash

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