Salario emocional: un nuevo concepto en la gestión del talento humano

Adriana Agudo Vicci |

Salvo que se trate de un voluntariado, el salario siempre ha sido el motor que impulsa la voluntad para ejecutar un trabajo por cuenta ajena.

Sin embargo, en los tiempos actuales, no es la principal motivación para elegir una oferta o para permanecer en el trabajo. Junto al salario, hay ciertas demandas y necesidades que vinculan al trabajador con la decisión de aceptar una oferta laboral.

Desde hace algunos años, la gestión del talento humano tiene más que ver con otras retribuciones, además del salario. Incrementar la productividad, satisfacer necesidades personales, familiares o profesionales, mejorar la calidad de vida y fomentar un buen clima organizacional son algunos propósitos de las empresas.

El reconocimiento al trabajador, horas y días libre, horarios flexibles, disponibilidad de espacios para la relajación, organización de encuentros lúdicos y recreativos, guardería, bonificaciones, formación  y, para muchos, el teletrabajo, son elementos que hacen más atractivas a las empresas desde afuera y, lógicamente, también desde adentro.

Estas condiciones crean un entorno denominado “salario emocional”, que se refiere a un conjunto de cualidades que distinguen a unas empresas de otras en la manera de relacionarse con sus empleados.

El salario emocional crea lazos de carácter afectivo que vinculan a unos y otros.

Con el “salario emocional” el concepto de trabajar cambia; ya no se trata de una relación distante, atenta a los resultados y a la retribución monetaria por el trabajo realizado basado en objetivos, la experiencia y el conocimiento del trabajador. Ese aspecto formal ha dejado abierto un nuevo canal que permite una relación más estrecha entre ambos protagonistas, provocando que surjan lazos de carácter afectivo que vinculan a unos y otros.

La transformación opera porque se va dejando a un lado la productividad basada en el resultado; esto permite que al juego se añada la productividad basada en la confianza y la protección de las necesidades personales y familiares del trabajador; por supuesto, en sintonía con los valores de la empresa.

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