Adriana Agudo Vicci |
Hay cierta resistencia a sucumbir ante el libro digital. Todavía son muchos los que prefieren seguir comprando el libro de papel. Cuando se trata de indagar sobre sus ventajas hay quienes se inclinan por uno o por el otro; lo que es cierto es que no hay vuelta atrás en esta sociedad digitalizada.
El acceso a los libros electrónicos ha incidido también en la afluencia a los recintos de las bibliotecas que, de manera notable, ven como está disminuyendo el índice de usuarios. Ante este intenso y acelerado cambio digital ¿qué han hecho las bibliotecas?
En 1994 la UNESCO estableció que las “bibliotecas públicas constituyen una fuerza viva para la educación como la cultura y la información, y como agente esencial para el Fomento de la paz y el bienestar a través de las mentes de todas las personas” [Manifiesto de la UNESCO sobre la biblioteca pública].
Han pasado varios años desde la publicación de ese manifiesto y ante la inmersión tecnológica que vivimos, las bibliotecas no se han quedado atrás.; por ejemplo, en España, con el propósito de difundir el patrimonio cultural español, desde 2008, la Biblioteca Digital Hispánica es la biblioteca digital que proporciona acceso gratuito a documentos y nace como consecuencia del compromiso de la Unión Europea para la creación de una futura biblioteca digital europea como acceso único y multilingüe.
Las bibliotecas digitales están al alcance de todos.
Este significativo proceso de digitalización de las bibliotecas llega a las manos de cualquier usuario, y es que a través del móvil o del pc cualquier persona puede acceder a información relevante y de calidad en un sinnúmero de textos y otros documentos digitalizados.
Sin embargo, la discusión está abierta en cuanto a la utilidad de estos documentos. Tal parece que la información que necesita el estudiante o el trabajador que ejecuta actividades en remoto, puede adquirirla en otras fuentes, sin necesidad de acceder a las páginas web de las bibliotecas. La utilidad y practicidad del contenido, en algunos casos, no resulta común para todos los usuarios y no la tienen todas las bibliotecas.
Estas razones explican, en parte, el dramático aumento de la literatura sobre las bibliotecas digitales en la que se menciona que ante las características del nuevo modo de trabajar (en remoto y de forma colaborativa), estas bibliotecas deben asumir un papel más proactivo y ser capaces de ofrecer servicios de alto valor añadido para responder a las distintas necesidades de los diferentes perfiles de usuarios, incluyendo el desarrollo de nuevas clasificaciones y taxonomías, la incorporación de sistemas de evaluación de la información, y el diseño de nuevos productos que combinen información, comunicación y documentación.
Las bibliotecas digitales deben asumir un papel más proactivo y ofrecer servicios de alto valor añadido.
Existe un largo camino por recorrer en el mundo de las bibliotecas digitales; y ese camino deberá ser recorrido por profesionales llamados a organizar el conocimiento y no solo a aumentar la capacidad para almacenar y transferir datos. De aquí que las raíces potenciales del éxito de las bibliotecas digitales no estarán asociadas al tamaño de las bases de datos que posean, sino a la capacidad que demuestren para facilitar la conectividad y crear valor en consonancia con los extraordinarios avances científicos y tecnológicos que deparan a la humanidad.